
Todos los que se han decantado este verano por disfrutar de unas vacaciones rurales, en el interior de la península y, a ser posible, en una pequeña y recóndita localidad, tienen mañana la oportunidad de ver todo un espectáculo astronómico. Pero, más allá del mejor lugar desde el que verlas, o la mejor hora en la que hay que contemplarlas, Las Perseidas , una de las lluvias de estrellas más famosas y esperadas del año, son también conocidas popularmente como las “Lágrimas de San Lorenzo” . Este nombre alternativo se debe a que su punto álgido coincide con la festividad de San Lorenzo. La tradición cuenta que recuerdan las lágrimas del santo antes de ser martirizado en las brasas, o quizás las chispas de la hoguera en la que fue quemado vivo el 10 de agosto del año 258.
A pesar de su popular apelativo de “lluvia de estrellas”, Las Perseidas no son realmente estrellas que caen, sino un espectacular fenómeno de meteoros. Su origen se encuentra en el cometa Swift-Tuttle, descubierto en 1862. Cada año, la Tierra atraviesa la trayectoria que este cometa dejó en los años 90 , pasando por una nube de partículas y fragmentos rocosos liberados por él debido a su proximidad con el Sol. Y de ahí lo que vemos cada verano, si es que la contaminación lumínica de muchas de nuestras grandes ciudades lo permiten.
El cometa Swift-Tuttle, responsable de Las Perseidas, es un cuerpo celeste de considerable tamaño, con un diámetro de aproximadamente 26 kilómetros . Orbita alrededor del Sol cada 133 años, dejando tras de sí el rastro de partículas que la Tierra intercepta anualmente. La última vez que este cometa se acercó al Sol fue en 1992, y no se espera que lo haga de nuevo hasta el año 2126. Algunas consideraciones científicas incluso contemplan la remota posibilidad de que este cometa impacte con la Tierra o la Luna, aunque no se prevé que esto ocurra en, al menos, un par de milenios.
Las “estrellas fugaces” que observamos son, en realidad, diminutas partículas de polvo que varían en tamaño, desde un grano de arena hasta una pequeña piedra, o incluso un grano de arroz . Cuando estos fragmentos entran en la atmósfera terrestre, lo hacen a velocidades extremadamente altas, pudiendo alcanzar más de 50 kilómetros por segundo. O lo que es lo mismo, entre unos 210.000 y 212.400 kilómetros por hora. Es el rozamiento con los gases atmosféricos lo que las calienta, las desintegra y produce las colas brillantes que vemos, que pueden durar desde centésimas de segundo hasta un par de segundos.
El nombre “Perseidas” se deriva del hecho de que los meteoros parecen irradiar desde la constelación de Perseo. Esta constelación es visible en el cielo nocturno del hemisferio norte durante los meses de verano , es decir, el hemisferio en el que se encuentra la península ibérica. Su ubicación es clave para identificar el punto del que parecen surgir estos destellos luminosos. La mitología griega asocia a Perseo con un héroe, hijo del dios Zeus y la mortal Dánae, conocido por hazañas como matar a Medusa y rescatar a Andrómeda, lo que añade una capa cultural y narrativa a la observación de esta lluvia de meteoros.
Durante su punto álgido, Las Perseidas son una de las lluvias de estrellas más intensas del año. En condiciones óptimas, se pueden observar entre 60 y 100 meteoros por hora, y algunos expertos aseguran que, bajo condiciones ideales, incluso hasta 200 meteoros por hora podrían ser visibles . Sin embargo, la visibilidad de este espectáculo celestial puede verse afectada por la fase lunar. Una luna llena o casi llena en el cielo nocturno puede dificultar la observación de los meteoros más tenues debido a su brillo.
A pesar de la velocidad a la que entran en nuestra atmósfera, los meteoros de Las Perseidas no son peligrosos y no representan una amenaza de impacto para la superficie terrestre . Los expertos en la materia aseguran que se desintegran por completo a una altitud considerable, generalmente entre 80 y 100 kilómetros sobre la Tierra . Su pequeño tamaño y la fricción con la densa atmósfera aseguran que no sobrevivan al trayecto, convirtiéndose únicamente en los destellos luminosos que admiramos en el cielo nocturno.
Una curiosa tradición asociada a Las Perseidas es la de pedir un deseo al ver una estrella fugaz. Esta creencia se remonta a figuras como Claudio Ptolomeo, un astrónomo del Imperio Romano, quien pensaba que ver una estrella fugaz significaba que el reino de los cielos se había abierto para un mortal, ofreciendo una oportunidad única para hacer una petición. A diferencia de cuando se quiere observar algunos eclipses , para disfrutar plenamente de este fenómeno, no se necesita equipo especial, ya que la mejor forma de observarlas es a simple vista . Lo más importante es buscar un lugar oscuro, lejos de la contaminación lumínica. El pico de actividad generalmente ocurre entre la medianoche y las primeras horas de la madrugada , cuando el cielo está más oscuro y el radiante más alto.