Soldados con armaduras brillantes y armas afiladas han custodiado murallas que parecían eternas y gobernantes han presidido palacios construidos para durar siglos. Imperios que dominaban territorios inmensos creían haber asegurado su permanencia con ejércitos, recursos y alianzas.

Sin embargo, las crónicas y los restos arqueológicos confirman que ningún dominio ha escapado al colapso . Ese patrón, repetido en diferentes épocas y regiones, es la advertencia que impulsa la investigación de Luke Kemp sobre las amenazas que afronta el sistema global actual.

Tres factores recurrentes han facilitado que élites históricas sometieran a poblaciones enteras y consolidaran su dominio durante siglos

Kemp, investigador del Centre for the Study of Existential Risk de la Universidad de Cambridge, lleva años analizando el auge y la caída de más de 400 sociedades en un periodo de 5.000 años. En su libro, publicado tras siete años de trabajo, sostiene que las estructuras de poder concentrado tienden a reproducir desigualdades extremas que terminan debilitando el conjunto. Para referirse a esos sistemas dominantes, utiliza el término Goliaths y los define como sociedades construidas sobre la subordinación de la mayoría.

Numerosas civilizaciones han acabado desapareciendo a lo largo de la historia

Entre los factores que facilitan el surgimiento de esos Goliaths , Kemp identifica tres elementos básicos que denomina combustibles . El primero es la disponibilidad de granos almacenables , que permiten a las élites controlar el suministro alimentario. El segundo es el monopolio de armas avanzadas , como ocurrió con las primeras herramientas de bronce en Mesopotamia. El tercero es la existencia de territorios cercados por accidentes geográficos que impiden a la población huir de gobiernos opresivos , como sucedió en el Egipto antiguo con el Nilo y los desiertos circundantes.

En declaraciones recogidas por The Guardian , Kemp afirma que “la historia se cuenta mejor como un relato de crimen organizado”, ya que ve a esos grupos como monopolizadores de recursos mediante la violencia sobre una población y un territorio . Para él, el problema no reside en una supuesta avaricia generalizada, sino en minorías con fuertes rasgos de narcisismo, psicopatía y manipulación , que concentran poder y riqueza hasta volver frágil la estructura que dirigen.

El aumento de la desigualdad ha precedido a grandes colapsos y, en el pasado, su final llegó a mejorar la vida de muchos

Los ejemplos históricos muestran que el aumento de la desigualdad precede a la desintegración social . El investigador recuerda casos como el del Imperio romano de Occidente o la dinastía Han, y destaca que la vida de muchas personas mejoró tras el colapso de esos sistemas al desaparecer impuestos y cargas impuestas por las élites. Sin embargo, advierte de que la situación actual es distinta porque el entramado económico es global y la dependencia de infraestructuras interconectadas es mucho mayor.

Según Kemp, las crisis pasadas quedaban limitadas a regiones concretas, mientras que una caída del sistema actual tendría alcance planetario . Entre los riesgos que cita se encuentran las armas nucleares, el cambio climático y el desarrollo de tecnologías potencialmente peligrosas como ciertos tipos de inteligencia artificial o patógenos modificados.

El especialista explica que “las amenazas actuales son mucho peores que las del pasad o”, ya que, por ejemplo, los cambios climáticos que acompañaron a otros colapsos solían ser regionales y de menor magnitud que los previstos hoy. Por lo tanto, según el pronóstico de Kemp, más vale no tentar a la suerte.

Trump, Putin y Xi son malos ejemplos

El investigador vincula el liderazgo contemporáneo con la triada oscura de la psicología , y señala a figuras como Donald Trump, Vladímir Putin y Xi Jinping como ejemplos de ese perfil en la política global. A su juicio, la concentración de poder no se limita a gobiernos, sino que se extiende a corporaciones y algoritmos que amplifican comportamientos perjudiciales para el conjunto de la sociedad.

Para evitar un derrumbe total, Kemp plantea medidas como instaurar sociedades realmente democráticas mediante asambleas ciudadanas y jurados apoyados por tecnología, así como limitar la acumulación de riqueza con topes estrictos. Argumenta que “más democracia tiende a generar mayor resiliencia” y que mecanismos de participación directa impedirían decisiones dañinas tomadas por grupos reducidos.

Combo de fotografías de archivo donde se observa al presidente de China, Xi Jinping (i), y al presidente electo de EE.UU., Donald Trump. EFE/ Paolo Aguilar / Mohammed Badra ARCHIVO

También propone reformas fiscales que frenen la capacidad de los más ricos para moldear el sistema a su favor. Cita el ejemplo de un magnate petrolero que definía el dinero como una forma de puntuar, y cuestiona por qué permitir que esa “competición” ponga en riesgo el planeta. En su opinión, las narrativas que justifican el dominio de unos pocos se han repetido durante milenios , desde faraones que se proclamaban divinos hasta líderes que prometen protección frente a amenazas externas.

Aunque reconoce que revertir un proceso de 5.000 años resulta extremadamente difícil, Kemp considera que el esfuerzo merece la pena . Insiste en que el colapso no es inevitable si se prioriza la cooperación y se reduce la capacidad de unas pocas élites para condicionar el destino colectivo.

En esa visión, cada persona puede contribuir evitando trabajar para industrias destructivas y promoviendo relaciones basadas en la equidad . El reto es inmenso, pero la historia demuestra que incluso los Goliaths más imponentes han acabado cayendo, y esa certeza, al menos, mantiene vivo el debate.