En un mundo saturado de información, datos y argumentos lógicos, comunicar desde la emoción se ha convertido en una herramienta poderosa para conectar con los demás de forma auténtica y efectiva. Aunque muchas veces se da por sentado que la razón es la vía más sólida para convencer o transmitir ideas, lo cierto es que los seres humanos somos, por naturaleza, más sensibles a las emociones. Y esto no es una debilidad: es un rasgo esencial de nuestra evolución y de nuestra forma de interactuar con el mundo.
Las emociones son anteriores a la razón, tanto en términos evolutivos como neurológicos. Antes de desarrollar un pensamiento analítico complejo, nuestros antepasados dependían de sus emociones para sobrevivir: miedo para evitar peligros, alegría para repetir acciones placenteras, tristeza