Por Juan Pablo Catalán, académico de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales UNAB.
El Ministerio de Educación nos convocó a una nueva jornada nacional “Presentes contra la violencia” . Y es justo reconocerlo: no se trata de una consigna vacía. Es parte de una estrategia más amplia que cruza salud mental, seguridad, infancia y convivencia. Se han implementado patrullajes escolares, talleres de bienestar, apoyo a docentes. Es una señal concreta. Una pausa necesaria. Pero también, una pregunta urgente: ¿cuánto puede reparar una jornada cuando el aula ya no alcanza?
Porque la violencia no se enseña, pero sí se hereda. Y las escuelas chilenas, cada vez más, se han convertido en el espejo de un país fracturado. Las agresiones ya no sorprenden; se graban. Las amenazas no conmueven; se