La medida busca dar más tiempo a las negociaciones entre las dos economías más grandes del mundo, que han mantenido reuniones en ciudades como Ginebra, Londres y Estocolmo para reducir tensiones.
En abril, Estados Unidos había impuesto aranceles del 145% a mercancías chinas, y China respondió con un 125% a las importaciones estadounidenses. En mayo, ambos acordaron bajarlos a 30% y 10%, además de fijar una pausa de 90 días que vencía el 12 de agosto.
Durante las conversaciones, también pactaron que China enviaría tierras raras a Estados Unidos y que Washington levantaría algunas restricciones a Pekín. Sin embargo, persisten diferencias, como la exigencia de Trump de que China compre cuatro veces más soja estadounidense y el posible castigo por importar petróleo ruso.
Por ahora, la nueva