La Plaza Mayor de Salamanca, símbolo de la ciudad y declarada Bien de Interés Cultural (BIC), se ha consolidado como el escenario principal de conciertos y grandes eventos. Los salmantinos se sienten orgullosos de que este monumental espacio no se convierta en una especie de museo estático, sino que albergue actividades variadas. Pero todo tiene unos límites, apunta María José Rodríguez, abogada y vicepresidenta de Juristas Contra el Ruido.

El Ayuntamiento ha autorizado para estas celebraciones niveles sonoros de entre 90 y 100 decibelios, muy por encima de lo que marcaba la normativa para entornos residenciales y patrimoniales.

«Es una barbaridad», resume. «No se trata solo del impacto en la salud de los vecinos, sino también de las vibraciones y el desgaste que este tipo de espectáculo

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