El presidente de Estados Unidos, el republicano Donald Trump, no es precisamente el hombre más inteligente que ha llegado a la Casa Blanca. Es visceral, impulsivo y pragmático. Y eso es justo lo que los mexicanos hemos padecido a la hora de enfrentarlo, tanto en su primer mandato (2017-2021) como ahora que recién volvió como el líder de la nación más poderosa del planeta. Y, dada la cercanía geográfica que tenemos con el país de las barras y las estrellas, lamentablemente nos ha convertido en su piñata favorita. Ya sea por equis o por ye, el neoyorquino, aconsejado por su mala entraña, nos atiza permanente y sistemáticamente.

Tres son los temas que hacen que Trump levante las cejas y frunza el entrecejo cuando a sus oídos llega la palabra “México”: la relación transfronteriza, principalme

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