Ante este crimen hay que entender su dimensión humana, las consecuencias políticas y el reto judicial que representa. Un momento de duelo y el país debe decidir cómo lo va a tramitar
El asesinato de Miguel Uribe Turbay conecta inevitablemente con la campaña de 1990 y los varios candidatos asesinados en esa época. No es, como dicen hoy, que haya vuelto la violencia política, porque nunca se ha ido. Así lo muestra la estadística que lleva Indepaz y que reporta al precandidato del Centro Democrático como el líder número 97 asesinado en lo que va del año. Lo que sí es cierto es que pasamos 35 años sin que fuera asesinado un candidato presidencial y que vuelva a ocurrir incrementa los niveles de incertidumbre y desazón, aunque el país no es el mismo de aquella época. Ante este crimen hay que