El sujeto colectivo del peronismo siempre fue claro: el movimiento obrero organizado. Surgió en 1943 para dar respuesta a una clase trabajadora desmembrada, sin organización y con condiciones laborales indignas. La historia es conocida: derechos conquistados, dignidad recuperada y un país que por primera vez puso al trabajador en el centro de la política.

Hoy, el escenario es otro. Décadas de políticas neoliberales, de fragmentación del trabajo y de “uberización” de la economía dejaron un movimiento obrero distinto. Y ahora, para completar el cuadro, irrumpe un actor que no entiende de asambleas ni de convenios colectivos: la inteligencia artificial.

No se trata de repetir el viejo libreto de la “modernización” para terminar flexibilizando. Tampoco de romantizar un pasado que ya no exist

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