Todavía no juró y Víctor Endeiza ya consiguió que su nombre retumbe en los pasillos oficiales. El primo del vicegobernador, amigo personal de Claudio Poggi, decidió que su primera gran movida sería apropiarse del edificio de la Defensoría General, un organismo equiparable a un ministerio, para montar allí su despacho privado. No importaron los trastornos que ocasionó al personal ni la importancia institucional del lugar. “Yo quiero privacidad…”, dicen que fue la frase con la que justificó el desalojo.
La obsesión por el aislamiento llega a detalles insólitos: no quiere compartir ni el baño con los otros ministros. Según viejos conocidos, más que por comodidad, su objetivo real sería evitar miradas indiscretas, relojes que marquen sus horarios y cualquier atisbo de control sobre sus movimi