El relato oficial insiste en un supuesto equilibrio financiero y cambiario, como base de un despegue de la actividad económica que está cada vez más lejos de concretarse. No es solo un tema de ansiedad al compás de espera, sino que la supuesta estabilidad equilibrio se apoya en pies de barro. La estrategia de reducir los desequilibrios con un feroz ajuste de partidas sociales –jubilaciones, programas sociales, Salud, Educación, entre otros— y emisión de deuda ya llegó a sus límites. No sólo por el nefasto impacto social de la motosierra, sino por el deterioro económico. Las políticas de Milei sólo generaron recesión, pérdida de poder adquisitivo de los ingresos de la población y una transferencia de recursos fenomenal hacia los sectores concentrados. A esto se suma el atraso cambiario

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