No es el más técnico, ni el más rápido, ni el más fuerte, pero el fútbol necesita a jugadores como Anuar Tuhami. Son imprescindibles. Es el compañero de trinchera que querrías siempre a tu lado en una guerra porque sabes que así es más fácil sobrevivir.

El problema para Anuar es que él cayó en la última. No física, sino mentalmente. La catastrófica temporada 24-25 del Real Valladolid se lo llevó por delante. Este tipo de jugadores, pura honestidad, se asientan sobre una fe inquebrantable, un esfuerzo innegociable y, en su caso, un cariño a unos colores que han regido más de la mitad de su vida.

Cuando muchos compañeros no secundaron esta forma de concebir el fútbol pese a los esfuerzos de Anu y algún compañero más, el castillo blanquivioleta cayó. Era de naipes y no de piedra, pero en es

See Full Page