El verano en que nos enteramos del asesinato del periodista Anas Al-Sharif mientras pelábamos la fruta del desayuno. El verano en que vimos niños famélicos en las noticias a la que nos sacudíamos la arena de la playa. Algunos, por lo que sea, se nos quedaron en la retina, otros se confundieron con el resto de niños famélicos. El verano en que despertamos con resaca del vino de la cena y escuchamos el recuento de muertos del día anterior en las colas de reparto de comida en Gaza. La noticia en la radio dura lo que tardamos en poner la cafetera.
El verano en el que escuchamos demasiadas veces la palabra mutilación. El verano en el que vimos las fotos de las balas en el periódico. Fue el mismo verano en el que volvimos a comer sardinas y sacamos las chanclas que apenas tienen ya suela. El ve