Una calurosa noche de agosto en el Estadio Olímpico de Barcelona. Más de 50.000 personas venidas de todas partes de España, Latinoamérica y muchos otros países del mundo gritan enfervorecidas al ver a sus ídolos entrar en escena. Van a presenciar un evento único. Al terminar, el estadio está en éxtasis. Nadie se atreve a moverse de su asiento, consciente de que acaban de presenciar uno de los mayores espectáculos que se pueden vivir hoy día.
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