Suspenso de la terna ante una seria y variada corrida de El Torero en una noche de calor sofocante en Madrid
Pasadas las once de la noche, mientras los toreros abandonaban la plaza, a pie, desprovistos de trofeos y gloria, el granito de los tendidos de Las Ventas aún estaba caliente. Solo un par de horas antes, al comienzo del festejo, directamente, echaba humo. “Si lo sé, me traigo media docena de huevos y los frío en la piedra”, debió pensar más de uno. Seguro que la idea habría hecho las delicias de sus vecinos de localidad.
Quizás, hasta habrían salvado del sofoco al pobre japonés al que las asistencias sanitarias se tuvieron que llevar en volandas a mitad del festejo, tras sufrir un golpe de calor en los bajos del tendido uno. A falta de huevos fritos sanadores, por tendidos, gradas