Ese tratamiento mutante, digital, con el que se abre el disco ZULOA de Merina Gris, editado por Sonido Muchacho, con Aurpegian, colocándote en un lugar intermedio de la playa del Cantábrico y el sintetizador de lluvia fina avisan de que este disco nos lleva a un lugar desconocido o, al menos, poco transitado. Nadie cuando lloro, con la colaboración de Hofe, es una retahíla de ritmos asertiva e intensa, entre la celebración y la rabia. No es tecnopop, no es trap, es un camino distinto, situado en la pasión cibernética, el afterpunk sensible, como en lilili.

De nuevo en la onda de Marta Movidas más tóxica o esa manera de convertir a Poch en un fantasma que acompaña a los nuevos Daft Punk. Susurro francés y llegamos a Hiru Damatxo, como en un tono de Azul y Negro, pasando por la lírica de la

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