A un lado, el color verde, el de la esperanza. A otro, el negro, el del horror. Una perfecta vista aérea permite vislumbrar cómo Las Médulas queda separado entre la viveza y el apagamiento tras el incendio originado en Yeres y que se adentró, no solo en el paraje natural, sino también en las zonas habitadas a los pies del Patrimonio de la Humanidad. Como al tiempo, las minas de oro romanas parecen haber resistido al fuego que escalaba de forma descontrolada por las laderas, ahora arrasadas y con daños todavía por contabilizar en número de hectáreas.
Ni el Mirador de Orellán ya se mantiene en pie, con sus baldas de madera totalmente desquebrajadas. Hace solo una semana aguantaba el peso de aquellos que querían ver y captar un monumento histórico en el mundo cobijado en un valle de vivos co