En la Ciudad de México, la voz de un extorsionador es mucho menos fuerte respecto del 2018 o de algunas otras entidades. Hace siete años bastaba una llamada telefónica para doblegar la voluntad y vaciar cuentas. Ahora, la probabilidad de fracaso delincuencial es más alta.
No es ningún milagro, es resultado de una estrategia sostenida en tecnología, coordinación institucional y, sobre todo, en una ciudadanía que ha aprendido a colgar el teléfono. Fundamentalmente, desde el punto de vista de liderazgo, destaca el de la presidenta Claudia Sheinbaum, la primera en atacar sistemática y directamente organismos de origen sudamericano y local, así como promover persecución, por ejemplo, de aquellos a quienes llamamos montadeudas en 2022, un tipo de cobranza ilegítima.
La CDMX se ha convertido en