El llamado rey de la soja se ha reconvertido en pequeño productor, consultor de gobiernos y músico aficionado

En la Argentina del siglo XXI un poroto ha estado en el repertorio de las discordias públicas. Para sus defensores, la soja representa la modernización del campo y su capacidad exportadora: con la demanda de Europa y de China, su precio creció exponencialmente, contribuyó a que la Argentina creciera al 8,5% anual en el lustro 2003-2008 y sigue siendo relevante para la economía. Sus impugnadores subrayan la baja empleabilidad, el impacto ambiental, la reprimarización económica y la necesidad de subir impuestos a los productores por sus ganancias extraordinarias.

Ese poroto tuvo un rey: Gustavo Grobocopatel (Buenos Aires, 63 años). Parte de la diáspora judía, hijo de un tractor

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