Durante siglos, la langosta ha sido símbolo de lujo y sofisticación, aunque curiosamente, en sus inicios era considerada comida de pobres.
En la América colonial, se usaba incluso como fertilizante o alimento para prisioneros. Fue hasta el siglo XIX que su popularidad cambió, gracias a que en algunos trenes la sirvieron como manjar costero. Hoy, la langosta es sinónimo de alta cocina, servida en los restaurantes más exclusivos del mundo.
Entre los platillos más extravagantes que incluyen langosta destaca el “Lobster Thermidor”, una preparación francesa con crema, mostaza y brandy, gratinada en su propio caparazón.
También existe la “Langosta al oro”, un plato servido en Dubái que incluye hojuelas de oro comestible y caviar. En Japón, el sushi de langosta es una delicadeza, reservada par