El pequeño Alejandro de cuatro años, que hoy debería estar jugando con sus carritos, llegó en brazos de su madre María Claudia al Salón Elíptico del Capitolio Nacional a despedirse de papi.
Alejandro aún no entiende de violencia, de odios ni rencores, y lo que menos quiere María Claudia es que por ahora su niñito descubra que afuera hay un mundo que mata.
Por eso al niño solo se le dijo, que su papito se fue al cielo a reunirse con mamita Nidia y abuelita Diana. Sin embargo lo que su mami no pudo evitar, fue librarlo del dolor de ausencia que hoy taladra su corazoncito de Àngel.
En una escena muy intima, como si solo existieran ellos, la familia de Miguel Uribe se dejó abrazar del cariño de esa otra mitad de mundo que no mata, y le dieron rienda suelto a sus sentimientos.
Como si flota