La noticia causó rabia, impotencia y dolor, no solo entre sus seres queridos sino entre muchas de las personas que hacían parte de sus movimientos y grupos políticos y, por supuesto, la opinión pública nacional, que rechazó el hecho.

Hablamos de la masacre, del asesinato de 11 de los 12 diputados de la Asamblea del Valle del Cauca que fueron secuestrados el 11 de abril de 2002 por un comando de la guerrilla de las Farc, que los tomó cautivos en el mismo recinto y mediante engaño, haciéndose pasar como miembros del Ejército, los hicieron abordar un bus en el que ya se identificaron como integrantes del grupo subversivo.

Pasaron los años y el cautiverio se prolongó a pesar de los ruegos, peticiones y negociaciones de familiares y del mismo Gobierno Nacional con esa guerrilla.

Sin embargo,

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