Por Karina Rocha
Una vez más, el gobierno mexicano ha enviado a Estados Unidos una “tanda” de narcotraficantes, como si con ello pudiera cumplir simbólicamente con su parte en la lucha binacional contra el crimen organizado, sin embargo, lo que el gobierno estadounidense realmente exige no son solamente operadores del narco, sino a los auténticos arquitectos del poder criminal en México: los narcopolíticos.
Y aquí es donde todo se traba, porque lo que está en juego no es la detención de un cártel más o menos violento, sino el desmantelamiento de una red mucho más profunda y peligrosa: la de los políticos corruptos que operan desde el interior del Estado mexicano, muchos de los cuales, irónicamente, hoy visten los colores de Morena.
Los vínculos entre crimen organizado y clase política n