Entre los sueños húmedos de los partidarios de la república digital (no confundir con la democracia digital, donde la tecnología sí está al servicio de la gente) figura la sustitución de los reporteros de guerra por aplicaciones de inteligencia artificial. Ya sabemos que quien controla el algoritmo, controla el discurso.
Ese reportero digital sería en realidad un sistema de drones, robots, satélites y sensores que podría recorrer los campos de batalla sin riesgo de sufrir daños irreparables. Tendría además una capacidad ilimitada de captar, procesar y verificar datos, que podría servir en tiempo real en cualquier formato.
¿Y cuál sería su principal ventaja, siempre desde la óptica de los defensores de ese nuevo autoritarismo tecnificado? Pues que el corresponsal algorítmico, convenient