Plantear una reforma electoral para el largo plazo que garantice décadas de hegemonía morenista es ignorar que las condiciones cambian, al margen de los deseos de eternizarse en el poder… siempre en nombre del pueblo.
La clase política mexicana libra hoy un intenso debate en torno a la inminente reforma político-electoral.
Se percibe que las nuevas reglas del juego que podrían surgir de los cambios constitucionales y legales en discusión se erigirán como una formidable barrera de entrada, capaz de impedir que, en las próximas décadas, una fuerza distinta a Morena y sus aliados alcance la Presidencia de la República o el control del Congreso. Es probable que así sea, que ese sea el objetivo principal de la reforma.
Buena parte de la dirigencia morenista sostiene que llegó al poder