Hay momentos en que una ciudad se convierte en algo más que sus calles, edificios y habitantes. Es ese punto en el que las ideas cruzan fronteras, la inversión encuentra oportunidades y el conocimiento viaja de mano en mano. Y muchas veces, ese punto de inflexión llega con un gran evento.
Las ciudades que lo entienden y lo promueven logran detonar cambios profundos en su economía, su proyección internacional y su tejido social. No es casualidad que Lisboa, desde que adoptó el Web Summit en 2016, haya registrado un impacto económico anual superior a los 200 millones de euros, atrayendo cada año a más de 70.000 participantes, miles de inversionistas y algunas de las empresas más influyentes del planeta.
Otro ejemplo es el festival South by Southwest (SXSW) en Austin, que recibe en una sola