Un aviso lo cambió todo. Hace diez años, José Miguel atravesaba un momento difícil: su hija estaba por nacer y no tenía dinero en el bolsillo. Mientras caminaba, pensando cómo cambiar su amarga realidad, se topó con un cartel en un mercado de San Martín de Porres que decía ‘se alquila puesto’. En ese instante, supo que no podía desaprovechar la oportunidad.
Hasta entonces, había trabajado como ayudante de cocina, en servicio técnico y en un call center, así que emprender con una bodega era toda una locura. Habló con su mamá, quien, sin cuestionarlo, accedió a ayudarlo. Así empezó esta aventura, como él la llama entre risas.
Durante el primer año, José Miguel no conoció el descanso: trabajaba de 7 de la mañana a 11 de la noche, y muchas veces las jornadas se extendían hasta la madruga