
GAINESVILLE, Florida, EE.UU. (AP) — Para obtener su libertad, Cayden Gillespie, de 15 años, tenía que completar tres tareas escolares al día. Pero la escuela se había vuelto virtual para él y otros jóvenes presos en Florida. Y a veces, no la entendía.
Un día del verano pasado, reprobó varias veces un examen de introducción al álgebra en línea. Había que leer demasiadas palabras. No sabía cómo encontrar el valor de x. Y no había profesores de matemáticas que le enseñaran.
“No podía resolverlo, y seguía reprobando”, dice Cayden. Le pidió ayuda a la adulta que supervisaba el aula. “Ella tampoco lo entendía”.
Frustrado, Cayden levantó su escritorio de metal y lo lanzó contra la pared. Un guardia de seguridad llamó por radio a la oficina para pedir ayuda.
El joven se preocupó por lo que podría suceder a continuación.
Independientemente del delito, los estados deben educar a los estudiantes que se encuentran en centros de detención juvenil. Es un desafío complicado, sin duda, y las historias de éxito son escasas.
En la lucha por educar a sus más de 1.000 estudiantes en confinamiento a largo plazo, Florida emprendió el año pasado un experimento arriesgado. A pesar de la sólida evidencia de que el aprendizaje en línea fracasó para muchos estudiantes durante la pandemia, los líderes de justicia juvenil de Florida adoptaron el enfoque para jóvenes de 10 a 21 años sentenciados a centros de internamiento residencial por delitos como robo, agresión y abuso de drogas.
La Florida Virtual School es uno de los sistemas escolares en línea más grandes y antiguos del país. Su adopción en las instalaciones de internamiento residencial de Florida incorporaría estándares más rigurosos y uniformes, además de clases personalizadas, argumentaron las autoridades. Y según la teoría, los estudiantes podrían continuar en la escuela en línea una vez que salgan de la detención, ya que los jóvenes encarcelados a menudo tienen problemas para reintegrarse en sus escuelas públicas locales.
Pero estudiantes, padres, personal y proveedores externos dicen que el aprendizaje en línea ha sido desastroso, especialmente porque los estudiantes pasan en promedio de 7 a 11 meses en internamiento residencial. No solo tienen dificultades para aprender en línea, sino que su frustración con la escuela virtual a veces los lleva a meterse en más problemas, prolongando así su estadía.
Al adoptar la Florida Virtual School, los centros de internamiento residencial dejaron de proporcionar maestros presenciales para cada materia, confiando en cambio en el profesorado en línea. Los adultos encargados de supervisar las aulas rara vez pueden responder preguntas u ofrecer asistencia, dicen los estudiantes.
En una docena de cartas de estudiantes presos, escritas a legisladores y obtenidas por The Associated Press, se describen tareas escolares en línea a las que es difícil acceder o entender, con poco apoyo del personal presencial o en línea.
“Estimado legislador, realmente trato de hacer mi trabajo para no meterme en problemas, pero no entiendo el trabajo”, escribió un estudiante. “No me ayudan realmente de manera práctica”.
Cuando Cayden llegó a la Orlando Youth Academy en enero de 2024, después de pasar cuatro meses en detención juvenil en espera de un lugar en confinamiento a largo plazo, se sintió desorientado. A él y a su familia se les dijo que sería colocado en un centro residencial cerca de su hogar en Gainesville para que pudieran visitarlo los fines de semana. El juez recomendó 30 días en el centro residencial, calificado como “tratamiento”, después de que Cayden se declarara culpable de dos delitos de fraude por usar tarjetas de crédito robadas, entre ellas, una que pertenecía a sus padres.
Mientras se sentaba en una silla de metal en el escritorio de su nueva administradora de caso, ella le describió la rutina y las expectativas de lo que llamaba “el programa”. Asistiría a más de seis horas de escuela al día y terapia cinco días a la semana, incluso con sus padres a través de Zoom. Nada de esto sorprendió a Cayden.
Pero luego, ella dijo algo que llamó su atención. “El programa” probablemente duraría de seis a nueve meses.
Entró en pánico y pidió llamar a su madre.
Robyn Gillespie salía del McDonald’s de Gainesville que dirigía cuando vio una llamada del Departamento de Justicia Juvenil. Eso no puede ser cierto, dijo, cuando Cayden le indicó que su sentencia era mucho más larga de lo esperado.
Así que Cayden, todavía sentado junto a su administradora de caso, dejó el teléfono y le preguntó de nuevo: “Señora, usted dijo de seis a nueve meses, ¿verdad?”
Gillespie colgó y lloró. “No lo entenderían”, recuerda haber pensado.
El esposo de Gillespie, Kenny Roach, pensó inicialmente que estar en detención juvenil podría ayudar a Cayden, quien se había salido de control. La familia se había mudado recientemente a Florida para cuidar a parientes ancianos, pero el querido hermano mayor de Cayden decidió regresar a Virginia, donde habían vivido antes.
Cayden, que padece autismo, tuvo dificultades para estar en un lugar nuevo sin su hermano. Comenzó a salir de casa por la noche con adolescentes del vecindario cuando sus padres trabajaban hasta tarde. Eso lo llevó a robar en tiendas y, finalmente, a cometer fraude con tarjetas de crédito. Roach y Gillespie presentaron cargos contra su hijo.
“Realmente necesita pasar una semana en un hogar de detención”, pensó Roach. Cuando era joven, él mismo había ido a detención juvenil dos veces, en periodos de hasta dos semanas, y a ello le atribuyó su cambio de vida. “Pensé que sería una experiencia de aprendizaje”.
Cuando se enteró de que el periodo de Cayden en el sistema de detención juvenil duraría mucho más, quedó en shock.
“Dios mío, ¿qué esperan lograr? ¿Un niño de su edad, con su diagnóstico?” recuerda haber pensado. “Eso es como estar en una cárcel para adolescentes”.
Vida en custodia: poca privacidad, evitar un “congelamiento de nivel”
Cayden y los otros detenidos en la Orlando Youth Academy se despertaban todos los días a las seis de la mañana y limpiaban sus celdas. Solo cuando pasaban la inspección podían entrar al área común.
Cada joven detenido tenía un inodoro en su celda. Para tener privacidad, se les animaba a colocar papel de cuaderno en el marco de la puerta para cubrir la estrecha ventana vertical en sus puertas.
Las llamadas telefónicas con sus padres eran supervisadas. En las visitas familiares, los padres de Cayden no podían acercarse demasiado ni abrazarlo más de una vez al principio y al final, para evitar que los visitantes compartieran contrabando con los adolescentes.
Para relajarse, Cayden se tumbaba boca abajo en su colchón cubierto de plástico y dibujaba y escribía. Desarrolló una historia inspirada en Pokémon sobre un héroe llamado One, en los únicos momentos que permitían que su mente se alejara de la Orlando Youth Academy.
Cuando los adolescentes se metían en problemas, tenían que irse a la cama temprano, a las 5:30 de la tarde, y se les prohibía jugar a las cartas o ver televisión, algunos de los pocos momentos de descanso que tenían. Pero el verdadero castigo se llamaba “congelamiento de nivel”. Cuando un detenido se metía en problemas por pelear, dañar la propiedad, no asistir a terapia o negarse a iniciar sesión en la escuela en línea, dejaban de avanzar hacia la liberación.
Antes de que la Orlando Youth Academy y otros centros de internamiento de Florida adoptaran el aprendizaje virtual en julio de 2024, la principal fuente de estrés de Cayden eran los otros estudiantes. Lo molestaban hasta que explotaba. Los terapeutas y el personal lo asesoraban para evitar estas situaciones.
La escuela no era una fuente de estrés o conflicto. Cuatro maestros de las escuelas locales venían a su aula portátil y daban clases a estudiantes de 12 a 18 años desde el frente de la sala.
Cayden llegó al programa a mitad de lo que debería haber sido su séptimo año de escuela. Pero después de evaluarlo, los maestros lo colocaron en sexto grado.
Cuando el estado adoptó la educación virtual, en parte intentaba satisfacer las necesidades de estudiantes de diferentes edades y habilidades. Pero Cayden sintió que algunas de las nuevas clases eran demasiado avanzadas y no recibió la ayuda que necesitaba para hacer el trabajo.
Las quejas de otros detenidos en Florida son similares.
“Mis maestros de Zoom nunca responden mis correos electrónicos ni intentan ayudarme con mi trabajo. Es como si pensaran que somos niños normales”, escribió un joven en una carta a los legisladores de Florida. “La mitad de nosotros ni siquiera sabemos lo que estamos viendo”.
Según el plan de educación especial de Cayden, que las escuelas de los centros de detención deben seguir según la ley federal, el joven tiene derecho a recibir asistencia para leer textos largos. Pero no la recibió una vez que comenzó la escuela virtual.
La Florida Virtual School no quiso comentar sobre el caso de Cayden, citando preocupaciones de privacidad. En su escuela para estudiantes en confinamiento a largo plazo, “cada estudiante con discapacidad recibe instrucción, apoyo y adaptaciones especialmente diseñadas comparables con las que se mencionan en el Plan de Educación Individualizado (IEP, por sus siglas en inglés) del estudiante”, dice Robin Winder, directora académica de la Florida Virtual School.
El instructor asignado para ayudar a Cayden y a más de una docena de estudiantes con su trabajo en línea estaba abrumado por las necesidades de los alumnos, dice el joven. Tres personas diferentes ocuparon ese trabajo durante los nueve meses que asistió a la escuela virtual dentro de la Orlando Youth Academy.
Cuando Cayden lanzó el escritorio por su frustración con el nuevo programa de aprendizaje en línea, recibió un “congelamiento de nivel” de tres a cinco días, extendiendo esencialmente su tiempo de internamiento.
Documentos internos obtenidos por The Associated Press, además de entrevistas con padres, personal y especialistas externos, muestran que el personal ha recomendado o impuesto congelamientos de nivel cuando los estudiantes han roto laptops, se han negado a iniciar sesión en Zoom e incluso cuando han enviado un correo electrónico buscando ayuda para iniciar una clase en línea. Y cuando no participan en la escuela virtual, el protocolo escrito del departamento exige quitarles puntos que ganan para salir.
“Los estudiantes que tengan la cabeza baja serán instados por el maestro no más de dos veces a sentarse y participar”, dice el Plan de Manejo del Comportamiento en el Aula para las escuelas de justicia juvenil de Florida.
La primera vez que Xavier Nicoll, de 15 años, rompió una laptop en su centro de internamiento residencial en Miami, fue porque un maestro en línea no respondía a sus preguntas, según su abuela, Julie, quien lo ha criado. Fue arrestado y enviado a un centro de detención diferente para enfrentar cargos. Las tres semanas que pasó en el lugar no contaron para su sentencia general porque no puede recibir “tratamiento” allí. Los detenidos lo llaman “tiempo muerto”.
Una vez de regreso en el centro residencial, rompió otra laptop, dice su abuela, porque un adolescente lo retó. Volvió a ir a detención del condado y a la corte por más tiempo muerto. Luego, en enero, cuando el supervisor de la clase presencial no lo ayudó a ingresar a una tarea en línea bloqueada, rompió una tercera laptop, señaló Julie Nicoll.
Inicialmente, Xavier debía ser retenido de seis a nueve meses después de irrumpir en una tienda de vapeo. Ahora está en vías de permanecer confinado al menos 28 meses.
Ha crecido al menos 15 centímetros (5 pulgadas) en detención y ha atravesado la pubertad. Sin embargo, en la escuela, dijo Nicoll en abril, no estaba progresando. “Entró siendo un estudiante de octavo grado y sigue siendo un estudiante de octavo grado, y continúa reprobando”, dijo Nicoll.
El informe de marzo de Xavier mostró que había obtenido un 34% en Educación Cívica y Planificación de Carrera, un 12% en Introducción al Álgebra, un 13% en Ciencias y un 58% en Artes del Lenguaje.
Nicoll se ha quejado de que su nieto, que tiene trastorno por déficit de atención con hiperactividad, o TDAH, no ha recibido servicios de educación especial. El Departamento de Justicia Juvenil y la Florida Virtual School han cancelado varias reuniones para hablar de su plan educativo porque Xavier sigue siendo arrestado y enviado por tiempo muerto.
“Está atrapado”, dice Nicoll. “No importa lo que hagamos, no podemos sacarlo”.
Nicoll y su esposo han gastado más de 20.000 dólares en honorarios legales tratando de lograr su liberación. Argumentan que una inflamación cerebral no tratada debido a la exposición al moho en detención, además de su discapacidad, hacen que le resulte imposible controlar su frustración durante la escuela en línea.
En mayo, Xavier fue arrestado por cuarta vez. Después de entregar una tarea, se dio cuenta de que había cometido un error y le pidió al supervisor de la clase que se la devolviera. El supervisor no le devolvió su trabajo, y rompió otra laptop.
Xavier se declaró culpable en agosto de dos delitos graves por romper laptops. “Lo están preparando para que regrese a la comunidad como un fracasado”, dijo Nicoll.
No se sabe cuántos estudiantes se meten en problemas o prolongan su detención debido a su comportamiento en la escuela virtual. Los arrestos en los centros residenciales aumentaron ligeramente en los primeros nueve meses después de que el departamento adoptó la escuela virtual, en comparación con el mismo período del año anterior. Un análisis de datos disponibles públicamente muestra que el uso de intervenciones verbales y físicas por parte del personal también aumentó ligeramente, a 2,4 intervenciones físicas o verbales por cada 100 días, en comparación con 1,8 intervenciones el año anterior.
El número total de jóvenes en los centros de internamiento residencial de Florida aumentó a 1.388 en junio, según los datos más recientes reportados por el estado, un incremento de 177 con respecto a julio de 2024, cuando el departamento adoptó la instrucción virtual. Eso podría indicar que los detenidos permanecen en confinamiento por más tiempo.
“La correlación no equivale a causalidad”, respondió Amanda Slama, portavoz del Departamento de Justicia Juvenil. “Otros factores podrían explicar un aumento en los arrestos, si es que hay uno”.
Desde diciembre, el departamento ha ignorado o rechazado las solicitudes de la AP para visitar los centros de internamiento juvenil, hablar con funcionarios y divulgar documentos de salida anonimizados para estudiantes que dejan los centros de detención.
No todos los estudiantes se meten en problemas durante la escolarización en línea, pero eso no significa que estén aprendiendo. Jalen Wilkinson, de 17 años, recibió castigos durante la detención por pelear, pero su padre no estaba al tanto de sanciones relacionadas con la escuela.
Pero cuando la escuela se volvió en línea en julio de 2024, Jalen comenzó a quejarse de que no había suficientes adultos para ayudar a los estudiantes con el programa virtual. La escuela, dice, es básicamente tiempo libre.
Jalen se ha sentido especialmente frustrado porque no pudo completar su examen de Desarrollo Educativo General (GED, por sus siglas en inglés) mientras estaba confinado, a pesar de que los líderes de la Florida Virtual School dicen haber facilitado que los detenidos lo presenten.
Jalen fue liberado en julio. Su padre, John Terry, teme que el tiempo en confinamiento haya sido un desperdicio y que su hijo tenga dificultades para reintegrarse a la escuela secundaria y graduarse. “No hay rehabilitación en absoluto”.
En marzo, con un monitor de tobillo, Cayden Gillespie finalmente dejó la Orlando Youth Academy. Los seis a nueve meses que predijo su administradora de caso se convirtieron en 15. Entre eso y el “tiempo muerto” en espera de un lugar en un centro residencial, estuvo detenido 19 meses.
A través de la terapia en el centro residencial, Cayden aprendió a reconocer su creciente ira y a relajarse. Sus padres dicen que la terapia familiar les ayudó a comprender mejor las necesidades del joven y les ayudó a todos a comunicarse.
“Pero la parte escolar”, dice Robyn Gillespie, “fue un desastre”.
Gillespie, su esposo y Cayden aún tratan de entender las consecuencias de pasar tanto tiempo sin una educación adecuada. Inicialmente, pensaron que iría a la escuela pública local, pero la escuela dijo que, a los 15 años, es demasiado mayor. Esta primavera, intentaron inscribirlo en la Florida Virtual School, el mismo programa que siguió en custodia. De hecho, este fue uno de los argumentos que el estado presentó para usar la escuela virtual dentro del confinamiento. Pero Robyn Gillespie dice que Florida Virtual les dijo que no podía unirse tan tarde en el año.
Cuando se le preguntó sobre el caso de Cayden, Florida Virtual dijo que todos los estudiantes “liberados de una instalación reciben apoyo individual de un especialista en transición” por parte de la escuela.
Pero la familia de Cayden dijo que nunca se les ofreció ayuda de transición ni se les dijo cómo podría continuar la educación que recibió en detención.
En el distrito escolar local les han dicho que la mejor opción es una escuela chárter, donde puede recuperar el trabajo del curso rápidamente.
“Ese es el tipo de lugar donde te niegan la entrada si no llegas a tiempo”, dice Robyn Gillespie. “Y no hay transporte. No estoy segura de que eso vaya a funcionar bien para nuestra familia”.
Los términos de la libertad condicional de Cayden requieren que asista a la escuela o enfrente el confinamiento nuevamente. Comenzará en la escuela chárter a finales de este mes. “Tiene que estar en la escuela”, dice Gillespie.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.