Vieja, poné los fideos que estamos todos: Angel Di María asoma su espigado cuerpo por el túnel y sucede uno de los hechos futboleros más conmocionantes de los últimos años. El campeón del mundo, de América y Olímpico, acaso el protagonista de la historia de redención deportiva más grande de todos los tiempos, aparece en la cancha y vuelve a jugar en el futbol argentino después de casi dos décadas. Le tiemblan las piernas, las manos, le late más fuerte el corazón, le vibran todo el cuerpo y todos los sentidos. El estadio Gigante de Arroyito de Rosario Central explota y es testigo único y privilegiado de ese hecho impresionante. ¿Estamos todos? Bueno, quizás falte que algún día Lio Messi nos de el gusto y venga a patear la número cinco para acá.

Pero esa es otra historia. Y otra vereda. Al

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