El ingeniero agrónomo Antonio Barrio, diagnosticado con esclerosis lateral amiotrófica, encontró en la docencia y en su pasión por las ciencias agrarias una forma de inspirar a jóvenes. Su historia es un testimonio de resiliencia, vocación y amor por el conocimiento.

A Antonio Barrio, ingeniero agrónomo, la vida lo enfrentó a un duro diagnóstico: esclerosis lateral amiotrófica (ELA) , una enfermedad que afecta las neuronas motoras y debilita progresivamente los músculos. Sin embargo, lejos de rendirse, encontró en su profesión una fuente de felicidad y en la docencia un propósito: inspirar a los jóvenes para que se acerquen a las ciencias agrarias y ambientales.

“Cuando quería estudiar Agronomía me parecía que era demasiado para mí. Entré a un profesorado de química, pero al año lo aban

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