La cumbre entre Donald Trump y Vladimir Putin, programada para el 15 de agosto en Anchorage, Alaska, se presenta como un evento crucial en la diplomacia internacional. Los líderes de Estados Unidos y Rusia se reunirán para discutir la guerra en Ucrania, con el objetivo de alcanzar un alto el fuego y explorar posibles acuerdos sobre armas nucleares estratégicas. La reunión se llevará a cabo en la base militar conjunta Elmendorf-Richardson y comenzará con una reunión privada entre ambos mandatarios, seguida de una conferencia de prensa conjunta, según ha informado el Kremlin.

Trump ha manifestado su disposición a ofrecer garantías de seguridad a Ucrania fuera del marco de la OTAN. Por su parte, Putin ha elogiado los esfuerzos "enérgicos y sinceros" de Estados Unidos para poner fin al conflicto. Sin embargo, la cumbre también podría estar marcada por las aspiraciones territoriales del Kremlin en Ucrania. Trump anticipó que podría haber "cierto intercambio de territorios para beneficio de ambos" países, lo que ha generado preocupación en Kiev y en las capitales europeas.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha expresado su rechazo a cualquier acuerdo que implique la cesión de territorio. La guerra en Ucrania, que ha superado los tres años, ha dejado a Rusia ocupando aproximadamente el 19% del territorio ucraniano, incluyendo Crimea, que fue anexada en 2014. La situación es compleja, ya que las tropas rusas controlan gran parte de las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporizhia, mientras que Ucrania no controla territorio ruso.

Expertos advierten que Trump podría ser engañado por Putin y llegar a un acuerdo desfavorable para Ucrania. Daniel Fried, exdiplomático estadounidense, comentó que "es razonable pensar que Trump se dejará engañar por Putin". Sin embargo, también se sugiere que un acuerdo podría incluir una "línea de armisticio" en lugar de una transferencia de territorio, lo que podría ofrecer mejores resultados para Ucrania.

La cumbre se desarrollará en un contexto de tensiones, ya que Trump ha advertido que habrá "consecuencias severas" para Moscú si no se acuerda terminar la invasión. Sin embargo, su historial de decisiones impredecibles genera incertidumbre sobre el resultado de la reunión. La diplomacia europea también está atenta a la posibilidad de que Trump alcance un acuerdo unilateral con Putin, priorizando intereses económicos y contratos energéticos.

En resumen, la cumbre en Alaska se perfila como un momento decisivo en la búsqueda de una solución al conflicto en Ucrania, con implicaciones que podrían afectar la seguridad y la soberanía del país europeo.