Las órdenes son claras: has de hacer cosas, estar en forma y ser feliz, pero hoy me declaro en huelga. Una huelga salvaje con piquetes y sin servicios mínimos. No quiero ser mi mejor versión. No quiero salvarme. Me vuelvo a la cama hasta que me duela el esternón. Por la ventana, cada siete minutos pasan autobuses turísticos y no desarrollo ninguna opinión al respecto. Voy por buen camino. Seguimiento de la huelga en un 100%. Sin esquizofrenia, no hay esquiroles.

Tengo la playa a un par de calles, pero nunca bajo a verla. Las razones son múltiples. La gente, el calor, las horas. Ninguna de las excusas es excesivamente buena, pero todas funcionan. El mar siempre va a estar allí, me digo, pero no es esa la cuestión. Él seguirá allí, pero yo ya no. Pero ni así me convenzo. No quiero vivir mi

See Full Page