Son las 5 de la tarde de un sábado y una familia detiene su paseo por la escollera de la Playa Bristol. Leen, en silencio respetuoso, las inscripciones de las placas que aún no han sido erosionadas por el tiempo y el salitre. Esta postal se repite en los espigones aledaños.
“En la Playa Popular pasan cosas muy raras” , afirmó Hernán Carro, que hace catorce años trabaja como guardavidas en el balneario. “Presencié muchas veces cuando van a tirar las cenizas. No siento que haya una normativa al respecto. La gente va y lo hace ”, sostuvo.
Grupos familiares, parejas, personas en solitario. El horario más frecuente es fuera del turno de guardavidas. “Lo hacen más que nada cuando no estamos. En una escollera ponemos una valla para que la gente no pase, entonces, si alguna vez quieren ir a