Con la ola de calor que experimenta la península Ibérica surge un fenómeno que podría dar explicación a los desoladores incendios en España. El ambiente, favorable para el crecimiento de tormentas aisladas, supone las condiciones ideales para el origen y la propagación del fuego. Pero, contrario a una tormenta convencional, esta vez no se trata de un aguacero y ni siquiera de precipitaciones leves.

Las tormentas secas son frecuentes en regiones áridas o durante olas de calor, cuando el suelo y el aire están extremadamente calientes. Así que más que las precipitaciones asociadas que, de hecho, son inexistentes, habría que vigilar la actividad eléctrica, una característica del fenómeno que, alimentado también por la falta de humedad generan el caldo de cultivo perfecto para que el país arda

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