Poner un pie en la carrera 7.ª de Bogotá, en especial entre las calles 10.ª y 26, se ha convertido en toda una travesía, sobre todo los fines de semana, por la presencia de multitud de vendedores informales que se abarrotan en los espacios que van encontrando a su paso en este importante corredor peatonal de la capital.
Desde artesanías hasta ropa de segunda mano, juguetes, alimentos, libros, electrodomésticos, bicicletas o monedas antiguas. Todo tiene cabida en el arte del ‘rebusque’ del que muchos colombianos se han hecho expertos, sobre todo después de la pandemia de covid-19.
No hay cifras exactas, pero se estima que en Colombia el número de vendedores ambulantes que hacen del espacio público su lugar de trabajo llega a medio millón. Solo en Bogotá, el Instituto para la Economía Soci