
Hay momentos como los temidos 18 meses del bebé que pueden hacerse cuesta arriba para los padres. Una de las cosas que más desespera es cuando tu hijo coge una rabieta .
Son uno de los momentos más duros de la crianza y hay muchas dudas sobre cómo deben actuar los padres frente a una rabieta. Lloros, gritos, pataletas y un sinfín de emociones que desborda a los padres.
No obstante, la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha dado un consejo sobre cómo debemos actuar y ha señalado lo que jamás debemos hacer: intentar razonar con nuestro hijo en ese momento .
Lo que nunca debes hacer si tu hijo coge una rabieta, según los pediatras españoles
Aunque pueda parecernos ilógico, intentar hablar con un niño en medio de una rabieta no tiene ningún efecto positivo. Y la explicación está en la ciencia.
El cerebro de los más pequeños aún está en pleno desarrollo, con conexiones neuronales que maduran a ritmos distintos en cada niño. Esto significa que, en mitad de una rabieta, su cerebro entra en un estado de activación tan intensa que les impide razonar con lógica .
La propia Asociación Española de Pediatría lo deja claro: en ese momento concreto, lo único que podemos hacer es garantizar su seguridad y la de los demás .
En resumidas cuentas, pretender que escuchen o comprendan razones es, sencillamente, pedirles algo para lo que no están preparados. Así que no pierdas el tiempo con ello.
La pediatría da con la solución: qué hacer (y que no hacer) durante una rabieta
La disciplina positiva propone acompañar sin juzgar ni castigar. No se trata de ignorar el comportamiento, sino de comprender que es una reacción que ellos mismos tampoco controlan .
El momento de intervenir es más adelante, una vez superada la rabieta. En ese instante sí se puede hablar con el niño y ayudarle a poner nombre a lo que sintió .
Además, anticiparse puede evitar muchas crisis. Si sabemos que el cansancio o el hambre son detonantes, conviene prever esas situaciones. También debes tener en cuenta a tu hijo a la hora de tomar decisiones.
Eso no implica que sea él el que decida cuándo coméis o cuál es el momento de ver la televisión, simplemente es recomendable avisarle de cuándo van a producirse los cambios .
Por ejemplo, si ha llegado el momento de apagar la tele e irse a la cama, no le quites el mando de sopetón. Mejor establece una rutina y avísale con tiempo de que tiene que irse a dormir.
La importancia de educar las emociones desde que los hijos son pequeños
La educación emocional debe comenzar desde la primera infancia. Nombrar las emociones, identificar dónde se sienten en el cuerpo y reconocer sus efectos ayuda a los niños a conocerse mejor .
De la misma forma, si ven que los adultos también expresan lo que sienten y saben calmarse, aprenderán por imitación. Por ello, el autocuidado del adulto también es esencial.
Criar no es fácil, y acompañar una rabieta requiere paciencia, energía y, sobre todo, comprensión. Si el niño tiene alguna neurodivergencia , las mismas pautas son aplicables, pero con más flexibilidad y mucho amor.