Marcos Rodríguez Pantoja (78) es conocido como ‘El niño lobo de Sierra Morena’ y su historia es conocida por todos. Incluso fue llevada al cine en 2010 en la película ‘Entrelobos’ , que dirigió Gerardo Olivares . En las últimas semanas, su historia ha vuelto a ser tendencia después de conceder una entrevista en la que ha narrado la historia de su vida : una vida que durante sus primeros años pasó viviendo con lobos tras ser abandonado por sus padres. Consulta en este artículo todo lo que debes saber sobre una historia única.
Marcos Rodríguez Pantoja nació en 1946 en Añora, un pequeño municipio de Córdoba. Sus primeros años de vida los compartió con su padre y una madrastra que no le tenía ningún aprecio y que se ensañaba a palos con él cada vez que podía. Por ello, a los 6 años fue vendido a un pastor que se convirtió en su guía por Sierra Morena hasta que un día enfermó y murió. Ahí fue cuando Marcos se quedó abandonado en el monte siendo tan solo un niño.
«Nací en un pueblo llamado Añora, en la provincia de Córdoba, y vivía con mi padre y mi madrastra. Esta me maltrataba y me hacía dormir por la noche fuera, lloviendo, debajo de una manta. No era una persona humana, era muy mala», comienza diciendo Marcos sobre la historia de su vida. «Me dio a cambio de un caballo y una choza, y estos señoritos me enviaron a Sierra Morena con un viejo guardacabras. Él vivía en una cueva y un día se puso muy malo y me dijo que se iba a ir bien lejos», cuenta.
«Me quedé solo. No sabía pescar, no sabía cazar. Me comía lo que comían los animales. Un día estuve a punto de morirme por comer carne de un ciervo que ya estaba mal», relata en una entrevista concedida al podcast Tenía la Duda, dirigido por Judith Tiral y que puedes encontrar en YouTube y la plataforma Podimo. En esta entrevista, Marcos cuenta una historia única que en su día dio la vuelta al mundo y que fue llevada al cine con la película ‘Entrelobos’ de Gerardo Olivares y que fue protagonizada por Juanjo Ballesta y Sancho Gracía.
Su primer día con los lobos en Sierra Morena
Marcos también cuenta el primer día que entró en contacto con los lobos y cómo el macho alfa y la madre loba llegaron a un acuerdo para adoptarlo. Por entonces tenía 6 años y estuvo hasta los 19 años criándose con estos animales. «Un buen día vi una cueva pequeña y vi dos lobitos en la puerta y me puse a jugar con ellos», cuenta sobre su primera interacción con los lobos pequeños.
«Como yo vestía con pieles y olía igual que ellos. Entonces un buen día me dio por meterme con ellos a jugar dentro de la cueva y me quedé dormido con ellos», dice sobre el día en el que finalmente fue aceptado por los lobos. «Vino la madre loba y me vio durmiendo con los cachorros. Me desperté y yo llorando, haciéndome pipí. Yo allí arrinconado contra una roca, que me hice bastante daño en la espalda», cuenta en la entrevista.
«Ese macho alfa que entra con la res, con un ciervo. Esa mamá loba que empieza a cortar trozos de carne y a dárselos a sus cachorros. Un cachorro viene al lado mío a comerse la carne. Yo tenía mucho hambre y cogí y le quité la carne», sigue.
«Ese cachorro empieza a aullar y a llamar a la mamá. Entonces la mamá loba viene y se pone delante de mí, y mirándome y yo a ella, cortó un trozo de carne y me lo tiró allí al lado. Me comí la carne y me llené toda la cara de sangre. Como tenía toda la cara llena de sangre, la loba se me acercó y me lamió la cara. Yo pensaba que me iba a comer», dice en una entrevista que no tiene desperdicio. A partir de este momento fue adoptado por los lobos y compartió todos los años junto a ellos.
En esta entrevista, Marcos también desvela un momento vital que le ayudó a estar tantos años abandonado con lobos en Sierra Morena: el día en el que aprendió a hacer fuego. «Un día, una perdiz se posó en una roca. Le tiré una piedra, no le di, pero la piedra chocó con la roca y soltó una chispa. Me acordé del fuego. Empecé a golpear piedras para sacar chispas, hasta que lo logré. Encendí el fuego con musgo seco y ramas. Gracias a esto nunca me faltó», cuenta.
Su retorno a la vida
Marcos también narra el momento en el que unos señores avisaron a la Guardia Civil sobre la figura de un niño abandonado en Sierra Morena y que andaba a cuatro patas, como los lobos . «Bajaron a caballo y me capturaron con un lazo. Me resistí, mordí a uno. Grité y salió mi serpiente. Pensaban que llamaría a los animales, así que me taparon la boca y me llevaron a la comandancia», cuenta.
Después fue entregado a su padre, pasó por un centro e incluso hizo el servicio militar obligatorio. La vida le llevó a ciudades como Mallorca, Fuengirola u Ourense y ahora vive con una pensión no contributiva, pensando en regresar donde fue feliz: viviendo junto a animales y alejado del ser humano.