Para mediados de agosto de 1972, la dictadura de la autodenominada “Revolución Argentina”, con Alejandro Agustín Lanusse en la Casa Rosada, había entrado en la cuenta regresiva hacia su ineluctable final. Los diarios del martes 15 informaban que cuatro partidos políticos habían asistido al “diálogo” convocado por el gobierno y que el radical Arturo Mor Roig, ministro del Interior de los dictadores, había rendido cuentas a los comandantes de las tres armas sobre la marcha de la reforma constitucional, mientras las tarifas ferroviarias se disparaban, con un aumento del 15 por ciento en el transporte de pasajeros.
En el plano internacional, el secretario de estado norteamericano Henry Kissinger había mantenido una nueva reunión secreta con los enviados de Vietnam del Norte, pero la notic