A diferencia de la mentalidad predominante en los años noventa, cuando la estabilidad laboral, la compra de una vivienda y la formación de una familia eran hitos aspiracionales comunes entre los jóvenes, las nuevas generaciones enfrentan un panorama radicalmente distinto, marcado por la precariedad laboral, el aumento del coste de vida y una crisis habitacional sin precedentes .

Hoy, la emancipación se ha vuelto un lujo al alcance de pocos, y muchos jóvenes optan por modelos de vida más flexibles, priorizando el desarrollo personal, la movilidad y las experiencias sobre la adquisición de bienes. Esta transformación ha impactado también las relaciones de pareja, que ahora tienden a ser más fluidas y menos dependientes de estructuras tradicionales como el cohabitación entre iguales. En es

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