Dicen que con la edad nos volvemos más sensibles: en la niñez, puede haber crueldad; en la adolescencia y juventud, se tiende a ser egoísta. Pero llegan otras etapas y aquello que antes no nos conmovía, ahora nos sacan una lagrimita.
Siglo 15. En Transilvania, Vlad y Elisabeta viven una luna de miel eterna: besos, caricias, guerras de almohadas y (vaya, vaya) crema batida embarrada. Pero este juego de amor debe ser interrumpido: los otomanes invaden la nación y el gobernante debe dejar a su amada. Si algo llama la atención del personaje de Bram Stoker, es su potabilidad como sujeto de historias cinematográficas.
En esta versión, lo que más reluce, es la fastuosa producción: buena escenografía y ambientación que nos llevan por diversas épocas; vestuarios y peinados elaborados y lucidores;