La bomba noticiosa que la presidenta Claudia Sheinbaum dio en su conferencia matutina cayó en el momento en que más lo necesitaba el gobierno: el exdirector de Pemex, Carlos Treviño, estaba detenido en un suburbio de Dallas, como consecuencia de una solicitud de extradición presentada hace cinco años, y “en los próximos días” sería deportado para enfrentar en México su juicio por el caso Odebrecht. Después de tantas tribulaciones -por el escándalo del senador Adán Augusto López, el fiasco del Caso Ancira y el pánico en Morena a ser señalados como narcopolíticos-, la captura de Treviño es un bálsamo y una oportunidad para compensar los fracasos.
Sin embargo, hay algo que no cuadra.
El abogado en México de Treviño, Óscar Augusto Zamudio, sostiene que su cliente está retenido por una confus