Hay que hacer una distinción de fondo entre entender y justificar. Se puede entender o tratar de entender el mal, pero nunca justificarlo. Hacerlo sería convertirse en parte del mal.
Y así con todo. Entender es una cosa y justificar es otra. Todo esto viene a cuento por la manera en que voceros y representantes de muchos sectores que dicen abogar por la democracia, le hacen el juego a la hegemonía. Algunos con modos solapados y otros sin tapujos ni disimulos.
Algunos de los que buscan legitimar a una hegemonía ilegitima, aducen el tema de la paz y la reconciliación. Otros el de aceptar la realidad y ser flexibles para no perderlo todo. Y los más cínicos sólo les importa el beneficio particular, a costa del pan del pobre.
Tan miserables actitudes se pueden entender por motivos de cobar