Hace un año el dirigente ruso era considerado por el gobierno estadounidense como un criminal de guerra, responsable de interferir en las elecciones, con el que no se podría celebrar una cumbre en la que tratase de tú a tu a su presidente.Pero en los primeros meses de su segundo mandato Donald Trump ha rehabilitado al dictador ruso, un caballero con el que se puede hablar de negocios. Putin, arquetipo del liderazgo en boga de los «hombres fuertes», es el único dirigente mundial al que el magnate neoyorquino no es capaz de tratar con dureza. El presidente americano, por el contrario, ha comprado su propaganda y anhela desarrollar una relación positiva con Moscú.La reunión en Alaska supone el regreso y la normalización de Vladimir Putin , en busca del reconocimiento de su país como una gran
El regreso de Putin

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