“Por el bien de México, primero los pobres” fue el eslogan de campaña de AMLO desde 2006, proponiendo, entre otras cosas, el alza al salario mínimo y la entrega de apoyos sociales a los más vulnerables: adultos mayores, personas con discapacidad, madres solteras e indígenas (además de becas a estudiantes y apoyos a jóvenes y campesinos).
Aún recuerdo esa campaña, cuando los que creíamos en su proyecto de nación dibujado desde ese año (estuve en el Zócalo después del fraude electoral, cuando nos arengó a no desanimarnos y nos aseguró que el cambio llegaría con el pueblo), sabíamos que en México la desigualdad social era el mayor de los males que nos aquejaba, junto con la corrupción y el abuso de sus políticos (muchos de los cuales ahora se han pasado a Morena una vez que perdieron el pode