Su presencia es señal de un ambiente sano, pero también un recordatorio de lo frágil que es su permanencia.
En lo profundo de los bosques que bordean la cuenca baja del río Bogotá, un depredador esquivo mantiene el equilibrio natural. El jaguar, máximo regulador de la cadena alimenticia en estos ecosistemas, controla poblaciones, preserva la diversidad y es un indicador de que la naturaleza sigue viva y funcional.
Por eso, la reciente confirmación de un ejemplar macho adulto en los municipios de Apulo y Tocaima ha encendido tanto la esperanza como la alerta . La noticia llegó tras varios reportes ciudadanos desde mayo, que motivaron a la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) a enviar un equipo técnico a recorrer la zona.
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