A comienzos de los años 40, los nazis avanzaban sobre Polonia. El miedo se respiraba en cada calle, en cada casa. Entre los judíos que vivían bajo esa sombra había uno con gran fortuna. Sabía que no sobreviviría. Antes de ser subido a los trenes, necesitaba confiar su legado a alguien íntegro: todos sus bienes estaban en bancos de Suiza y no quería que se perdieran.

Eligió al joven Rab Jaim Kreisworth , que después se iba a volver un gran rabino, un hombre cuya rectitud se percibía en la mirada. Le entregó un papel con toda la información, como si pusiera su vida en sus manos. El hombre rico no volvió.

El joven Rab Jaim, que también había perdido a toda su familia, guardó aquel papel como si fuera un pedazo de alma. Reconstruyó su vida después de la guerra, pero siempre con una misi

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