Después de la Segunda Guerra Mundial y hasta entrada la década de los 90, el aparato militar estadounidense se encargó de desarrollar la tecnología necesaria para estar a la vanguardia y así apuntalar su supremacía en el planeta. Esto motivó no solo el desarrollo de armas ultrasofisticadas, sino también de una apuesta hacia la investigación y el desarrollo.

Arpanet, la red que dio origen a internet, es un ejemplo de ello.

Pero el fin de la Guerra Fría coincidió con la emergencia de una serie de empresas privadas dedicadas a la tecnología, que tuvieron un ascenso meteórico. Estas gigantes tecnológicas –Google, Meta, Amazon y recientemente OpenAI, por nombrar a las más poderosas– se han vuelto tan indispensables que ya se ha dado una vuelta de tuerca.

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