CIUDAD DEL VATICANO (AP) — Cuando León XIV sorprendió a decenas de miles de jóvenes en una reciente celebración del Año Santo con un paseo improvisado en el papamóvil por la plaza de San Pedro, casi parecía como si algo de la espontaneidad informal que caracterizó los 12 años del pontificado de Francisco hubiera regresado al Vaticano.

Pero el mensaje que transmitió esa noche era totalmente suyo: en un inglés, español e italiano fluidos, les dijo a los jóvenes que eran la “sal de la Tierra, la luz del mundo” y les instó a difundir su esperanza, su fe en Cristo y sus voces de paz dondequiera que vayan.

Mientras Robert Prevost cumple sus primeros 100 días como pontífice este fin de semana, los contornos de su papado han comenzado a definirse, sobre todo en lo que se refiere a la continuidad y a los cambios con respecto a su predecesor. Quizás la conclusión más importante es que después de 12 años, en ocasiones turbulentos bajo el mandato de Francisco, el Vaticano ha recuperado una cierta calma y reserva.

León parece ansioso, sobre todo, por evitar las polémicas o centrar el papado en su persona, y quiere, en cambio, enfocarse en Cristo y en la paz.

Eso parece ser exactamente lo que quieren muchos fieles católicos y puede responder a las necesidades de la Iglesia de hoy en día.

“Ha sido muy directo y franco... pero no está haciendo declaraciones espontáneas a la prensa”, dijo Kevin Hughes, director de teología y estudios religiosos en la alma mater de León XIV, la Universidad de Villanova. Tiene un estilo diferente al de Francisco y eso ha aliviado a muchos, señaló Hughes en una entrevista telefónica.

“Incluso aquellos que realmente querían al papa Francisco siempre contenían un poco la respiración: no sabías qué iba a decir o hacer a continuación”, agregó.

En sus primeros 100 días, León se ha esforzado mucho por tratar de solventar las divisiones que se agudizaron durante el pontificado de Francisco, ofreciendo mensajes de unidad y evitando la controversia en casi todo momento. Incluso su tema distintivo —enfrentar la promesa y el peligro que plantea la inteligencia artificial— es algo que tanto conservadores como progresistas coinciden en que es importante. El énfasis de Francisco en cuidar el medio ambiente y a los migrantes a menudo alienó a los conservadores.

Además, ofreció un mensaje tranquilizador y conciliador a la burocracia de la Santa Sede después de que el estilo ocasionalmente autoritario de Francisco incomodara a algunos en el Vaticano.

“Los papas vienen y van, pero la Curia permanece”, dijo León XIV a los funcionarios del Vaticano poco después de su elección el 8 de mayo.

El papa ha cimentado el legado medioambiental de Francisco al celebrar la primera misa de inspiración ecológica de la historia. Ha impulsado ese legado al dar luz verde para transformar un terreno de 430 hectáreas (1.000 acres) al norte de Roma en una vasta granja solar que debería generar electricidad suficiente para satisfacer las necesidades de la Ciudad del Vaticano y convertirla en el primer estado neutral en carbono del mundo.

Ha afinado las regulaciones de transparencia financiera que inició Francisco, ajustó algunos otros decretos para darles consistencia y lógica y reiteró la decisión del argentino de declarar “doctor” de la Iglesia a uno de los santos más influyentes del siglo XIX, John Henry Newman.

Pero no ha concedido entrevistas en profundidad ni ha hecho declaraciones improvisadas que acaparen titulares como lo hizo su predecesor. Tampoco ha hecho nombramientos importantes —como el de su sustituto en su antiguo puesto— ni ha realizado grandes viajes.

Con motivo del 80 aniversario de los bombardeos atómicos de Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki la semana pasada, tuvo la oportunidad de repetir la novedosa declaración de Francisco de que la mera posesión de armas nucleares era “inmoral”. Pero no lo hizo.

Comparado con el presidente Donald Trump, el otro líder mundial estadounidense que asumió el cargo en 2025 con una serie de decretos ejecutivos firmados con un rotulador, León ha asumido su nuevo trabajo de forma lenta, consciente y silenciosa, casi tratando de no llamar la atención.

A los 69 años, parece saber que tiene el tiempo de su lado y que, después del papado revolucionario de Francisco, la Iglesia podría necesitar un respiro. Un funcionario del Vaticano que conoce a León dijo que espera que su pontificado tenga un efecto “calmante” sobre la institución.

María Isabel Ibarcena Cuarite, una peruana de un carismático grupo católico, señaló que fue precisamente el énfasis discreto de León en las tradiciones de la Iglesia, sus sacramentos y el amor a Cristo, lo que la llevaron a ella y a más de uno millón de jóvenes a Roma para una semana especial del Jubileo este mes.

Según Ibarcena, Francisco había confundido a jóvenes como ella con su acercamiento a los católicos LGBTQ+ y la aprobación de las bendiciones a parejas del mismo sexo. Pensó que esos gestos iban más allá de lo que se suponía que debe hacer un papa y lo que enseñaba la Iglesia.

León, agregó, ha hecho hincapié en que el matrimonio es un sacramento entre hombres y mujeres. “Francisco fue ambiguo, pero él es firme”, apuntó.

Desde su primera aparición en la logia de la basílica de San Pedro, León ha insistido en que, ante todo, es un “hijo de San Agustín”. Se refería al coloso teológico y devoto del cristianismo temprano del siglo V, San Agustín de Hipona, quien inspiró a la orden religiosa agustiniana del siglo XIII como una comunidad de frailes “mendicantes”.

Al igual que las otras grandes órdenes mendicantes de la iglesia primitiva —como franciscanos, dominicos y carmelitas— los agustinos se extendieron por la Europa cristiana a lo largo de los siglos. Hoy en día, la espiritualidad agustiniana está arraigada en una profunda vida interior de oración, vida en comunidad y viajes en grupo en busca de la verdad en Dios.

En casi todos los discursos u homilías desde su elección, ha citado a Agustín de una forma u otra.

“Veo un cierto regusto agustiniano en la forma en que está presentando todas estas cosas”, dijo Hughes, el profesor de teología que es un estudioso de Agustín.

León se unió a los agustinos después de graduarse de Villanova, dirigida por agustinos, en las afueras de Filadelfia, y fue elegido dos veces su prior general. Ha visitado su sede a las afueras de San Pedro unas cuantas veces desde su elección y algunos se preguntan si invitará a algunos hermanos a vivir con él en el Palacio Apostólico para recrear el espíritu de vida comunitaria allí.

León también es en gran medida un producto del papado de Francisco. El argentino nombró a Prevost obispo de Chiclayo, Perú, en 2014 y en 2023 lo trasladó a uno de los puestos más importantes del Vaticano: evaluar los nombramientos de obispos. En retrospectiva, parece que lo tenía en mente como posible sucesor.

En el discurso que pronunció antes del cónclave de 2013 que lo eligió papa, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio describió esencialmente a Prevost al identificar la misión de la iglesia en la actualidad. Afirmó que la institución estaba “llamada a salir de sí misma e ir a las periferias, no solo geográficas sino también las periferias existenciales”.

Prevost, nacido en Chicago, pasó su vida adulta como misionero en Perú y donde años más tarde se convertiría en obispo de Chiclayo.

“Es la encarnación de la ‘unidad en la diferencia’, porque viene del centro, pero vive en las periferias”, dijo Emilce Cuda, secretaria de la Comisión Pontificia para América Latina.

Cuda afirmó en una conferencia reciente organizada por la Universidad de Georgetown que León encapsulaba en “palabras y gestos” el tipo de iglesia misionera que Francisco promovió.

Dicho esto, a pesar de todo lo que León le debe a Bergoglio, los dos no necesariamente se llevaban bien.

Prevost ha contado que en un momento, cuando era el superior agustiniano, el entonces arzobispo de Buenos Aires mostró interés en asignar a un sacerdote agustiniano a un trabajo específico en su archidiócesis.

“Y yo, como prior general, dije ‘Entiendo, Su Eminencia, pero él tiene que hacer otra cosa’ y lo trasladé a otro lugar”, contó Prevost a los feligreses en su estado natal de Illinois en 2024.

Prevost dijo que “ingenuamente” pensó que Francisco no lo recordaría después de su elección en 2013 y que, en cualquier caso, “nunca me nombrará obispo” debido al desacuerdo.

Bergoglio no solo lo hizo, sino que sentó las bases para que lo sucediera como papa, el primero norteamericano después del primero sudamericano.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.