En Santiago, el comercio ilegal se ha convertido en un fenómeno creciente. En el Paseo Ahumada, comerciantes irregulares exhiben una amplia gama de productos, desde ropa y comida hasta artículos electrónicos y vestimenta para mascotas. Este lugar, a menos de cuatro kilómetros del conocido barrio Meiggs, ha sido foco de atención debido a los recientes operativos de las autoridades para erradicar el comercio no regulado.
Según el Centro de Estudios y Análisis del Delito (CEAD), durante el primer trimestre de este año se registraron más de 400 casos de comercio ilegal en la Región Metropolitana, con un 41,7% de estos incidentes ocurriendo en Santiago. Sin embargo, otras comunas como San Bernardo, Providencia y Puente Alto también presentan altos índices de este fenómeno.
La Municipalidad de Santiago ha identificado siete puntos críticos donde el comercio ambulante se ha intensificado, incluyendo la calzada norte de la Alameda y la calle San Isidro, cerca del cerro Santa Lucía. Otros lugares destacados son el barrio Franklin, Paseo Bulnes, barrio Lastarria y la Av. Vicuña Mackenna.
San Bernardo se posiciona como la segunda comuna con más casos de comercio ambulante, especialmente en áreas cercanas al Mall Plaza Sur y el Hospital El Pino. Catalina Zagal, investigadora del Centro de Políticas Públicas UC, explica que "este tipo de comercio se concentra principalmente en espacios de alta afluencia peatonal, como ingresos o dentro del Metro, terminales de transporte público y plazas céntricas".
En Recoleta, los barrios Bellavista, La Vega y Patronato son puntos de venta destacados, mientras que en Puente Alto, las calles José Luis Coo y Concha y Toro también son focos de actividad. En Lo Prado, las intersecciones de San Pablo con Neptuno y Las Torres son áreas problemáticas. Las municipalidades advierten sobre la proliferación de vendedores en las salidas de las estaciones de metro, lo que complica aún más la situación.
El comercio ambulante se adapta a su entorno, variando los productos según la ubicación. En Estación Central, por ejemplo, se venden principalmente alimentos en áreas como Las Rejas y San Alberto Hurtado, mientras que en el entorno de clínicas cercanas al Metro Ecuador predominan la ropa y en la Estación Central, artículos electrónicos. Felipe Muñoz, alcalde de Estación Central, señala que "cada sector tiene problemáticas distintas, y por eso nuestra respuesta también es diversa".
La infraestructura utilizada por los vendedores también varía. Un estudio de la UC revela que el 34,5% de los comerciantes utiliza carros con ruedas, mientras que otros emplean paños en el suelo, sillas y mesas. Zagal destaca que estas estructuras permiten un traslado rápido de mercancías y evadir la fiscalización.
En Providencia, los puntos críticos incluyen las cercanías del Metro Salvador y la salida del Metro Pedro de Valdivia. El alcalde Jaime Bellolio advierte que "una de las complejidades del comercio ilegal es su movilidad, aprovechando sectores de alta afluencia". En Ñuñoa, las áreas más afectadas son la Plaza San Eugenio y la Av. Guillermo Mann.
El impacto del comercio ambulante es significativo, afectando el tránsito y la seguridad. Uwe Rohwedder, decano de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Central, explica que las veredas se convierten en pasillos estrechos, interrumpiendo el flujo peatonal. Además, el mobiliario urbano sufre daños por el uso no proyectado de estos espacios. Zagal añade que la convivencia entre comerciantes ambulantes, locales establecidos y la ciudadanía genera tensiones, afectando la percepción de orden en los barrios.