La cumbre de Alaska confirma que Europa deberá resolver por sí misma la guerra en Ucrania. Donald Trump podrá echar una mano, pero desde una segunda fila. El mundo le viene grande. Va de Rambo pero solo con los débiles. Putin se lo torea igual que Netanyahu. No sabe cómo manejar a los tipos duros que tanto le seducen. Los amenaza, pero no sirve de nada porque no tiene credibilidad.

El viernes llegó a la cita con Putin diciendo que se sentiría decepcionado si no le arrancaba un alto el fuego en Ucrania. En línea con sus aliados europeos, aseguraba “consecuencias severas” para Rusia si no aceptaba la tregua.

Putin, sin embargo, lo arrinconó y no cedió nada. Trump pensaba que la alfombra roja, el apretón de manos y el paseo en la limusina presidencial lo ablandarían. Putin utilizó estos reg

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